Platón: Resumen del Fedón


Estructura de diálogo.  
  1. Encuentro de Fedón y Equécrates
  2. Sócrates anuncia la confianza en la inmortalidad del alma
  3. Argumentos sobre inmortalidad del alma:
    1. Compensación de los procesos contrarios
    2. Argumento de la reminiscencia
    3. Afinidad del alma con las ideas
  4. Discusión de los argumentos precedentes:
    1. Objeción de Simmias
    2. Objeción de Cebes
  5. Comentario de Sócrates sobre  el escepticismo de Simmias y Cebes
    1. Contra argumentación a la concepción del alma como armonía
    2. Contra argumentación a la concepción del alma como un tejedor
  6. Mito escatológico
  7. Últimos gestos de Sócrates


Desarrollo.
Encuentro de Fedón y Equécrates.
Al inicio del diálogo, Equécrates le pregunta a Fedón si este estuvo con Sócrates el día que murió o si había escuchado algo al respecto. Fedón responde que si estuvo ahí. Al escuchar esto, Equécrates se muestra interesado en los detalles de este suceso. Por ello, le pide a Fedón que narre como había sucedido. Fedón le menciona que Sócrates murió con nobleza y serenidad. Además, afirma que estaban presentes Apodoro, Critobulo y su padre, Hermógenes, Epígenes, Esquines y Antístenes. También, estaba Ctesipo y Menéxeo. Sin embargo, Platón no estuvo presente, ya que estaba enfermo.

Sócrates anuncia la confianza en la inmortalidad del alma.
Cebes le pregunta a Sócrates si existía algún fundamento para afirmar que no es licito matarse a sí mismo. Sócrates afirma que los dioses cuidan de los humanos y que somos posesiones de los dioses. Por ello, no se debería dar muerte a sí mismo, hasta que un dios no envié la ocasión forzosa.
Por otro lado, Cebes menciona que le parece absurdo que Sócrates haya dicho que los filósofos fácilmente querrían morir, ya que anteriormente Sócrates mencionó que quitarse la vida irritaría a los dioses. Un individuo es necio si cree que puede escapar de su amo y no reflexiona sobre lo que le conviene. Pero el que tenga inteligencia deseará siempre estar junto a lo que es mejor que él mismo. Simmias declara que al argumento de Cebes va directo del razonamiento de Sócrates, porque fácilmente soporta dejar a sus amigos y a los dioses. Sócrates dice que no se irrita de su muerte porque al morir irá junto con los dioses. Afirma que hay algo bueno para los muertos. Posteriormente, Sócrates defenderá la idea de que, una vez que muera, el hombre que ha dedicado su vida a la filosofía debe estar esperanzado de que más allá va a obtener mayores bienes. Por otro lado, la ocupación del filósofo no se centra en el cuerpo, sino que esta se centra en el alma. El filósofo libera su alma de la vinculación con el cuerpo, ya que el cuerpo es un impedimento para alcanzar la verdad. ¿Acaso la desvinculación del alma con el cuerpo no es llamada muerte? Por lo tanto, los filósofos se ejercitan en morir y no temen a estar muertos por amor al saber.

Argumento sobre la compensación de los procesos contrarios.
Cuando algo es grande, ha tenido que nacer de algo pequeño y luego ha tenido que hacerse grande. Las cosas se originan de sus contrarios. Del dormir se origina el estar despierto y de, estar despierto se genera el dormir. En el caso de la muerte, la vida es su contrario. Por consiguiente, necesariamente lo que vive antes estuvo muerto y lo que está muerto antes estuvo vivo. Es necesario que las almas de los muertos existan en algún lugar, de donde luego nazcan de nuevo. Se genera un movimiento circular. Si fuera uno rectilíneo, las cosas se detendrían, se experimentarían los mismos estados constantemente y se dejarían de generar las cosas. Si existiera el dormirse y no se compensaría con el despertarse, todas las cosas tendrían el mismo padecimiento: quedarse dormidas. Del mismo modo, si murieran todos los seres que participan de la vida y, después de haber muerto permanecieran en esa forma de muertos, todo concluiría por estar muerto y nada viviría.

Argumento de la reminiscencia.
Aprender es recordar. Es necesario que hayamos aprendido en un tiempo anterior todo lo que ahora recordamos y para que esto sea posible es necesario que el alma haya existido antes de llegar al cuerpo. Uno al ver algo o al oírlo o al captar otra sensación, no sólo se conoce aquello, sino que intuye otra cosa de la que no informa el mismo conocimiento sino otro. Por ejemplo, cuando los amantes ven una lira o cualquier objeto que acostumbra usar su amado, tienen esa experiencia, recuerdan al amado. Si se ve la imagen de Simmias, es posible acordarse del mismo Simmias. Sin embargo, el objeto que trae el recuerdo no es idéntico al recuerdo. El objeto resulta inferior al recuerdo. Resultan ser iguales pero no lo suficiente. Es necesario que hayamos tenido que ver algo para poder recordarlo. Solo es posible pensarlo a partir de los sentidos. Si podemos adquirir conocimiento, es necesario que antes de nacer lo hayamos aprendido. Nuestros conocimientos sobre lo bello, lo bueno, lo justo y lo santo han debido ser adquiridos antes de nacer. Pero al nacer perdemos esos conocimientos y, para recordar esos conocimientos, es necesario utilizar los sentidos. Por ello, para que el alma haya podido adquirir conocimiento, esta ha tenido que vivir antes que el cuerpo.

Afinidad del alma con las ideas.      
Las cosas que son del mismo modo y se encuentran en iguales condiciones son las simples y las que están en condiciones diversas son las compuestas. Lo igual en sí, lo bello en sí, cada cosa que es en realidad y lo ente no admiten cambio o variación alguna. La multitud de cosas bellas, como por ejemplo personas, caballos, vestidos o cualquier otra cosa que es homónima a las anteriores, no se mantienen idénticas ni son idénticas entre ellas. Estas cosas puedes captarlas con los sentidos. Por otro lado, las que se mantienen idénticas no pueden ser captadas a través de ningún sentido, sino a través del intelecto, ya que tales entidades son invisibles. Lo invisible siempre se mantiene en la misma forma y lo visible no lo hace. En este caso, el cuerpo sería lo visible y el alma lo invisible. El cuerpo arrastra al alma a lo que no resulta idéntico y esta se extravía. Sin embargo, el alma está orientada hacia lo puro, inmortal e idéntico. El alma es más afín con las ideas y el cuerpo, a lo material. El alma es lo inmortal y el cuerpo, lo mortal. Por ello, el alma debe mandar y guiar al cuerpo. Finalmente, el alma es lo más semejante a lo divino, inmortal, inteligible, uniforma, indisoluble y siempre esta idéntico consigo mismo. El cuerpo es semejante a lo humano, mortal, multiforme, irracional, soluble, y nunca es idéntico consigo mismo.     

Objeción de Simmias.
Simmias afirma que los argumentos expuestos no le parecen suficientes para demostrar la inmortalidad del alma. Acerca de la armonía de la lira y sus cuerdas, se podría sostener que la armonía es invisible, incorpórea, bella y divina, mientras que la lira y sus cuerdas son compuestas, congénitas y mortales. En caso de que se rompa la lira o sus cueras, también, la armonía se destruiría. El alma es semejante a la armonía. Esta es tensada y mantenida en cohesión por lo caliente y frío, húmedo y seco y por otros factores de tal clase. El alma es una combinación y armonía de estos factores. Por consiguiente, aunque el alma sea divina, al igual que otras armonías, morirá cuando el cuerpo muera.

Objeción de Cebes.   
Cebes afirma que no existen pruebas de que exista el alma después de la muerte del cuerpo. Al igual que Simmias, Cebes recurre a una analogía para refutar a Sócrates. Afirmar que el alma es inmortal, es lo mismo que afirmar que un viejo tejedor no ha muerto, ya que el manto que había tejido no había perecido. Sin embargo, es evidente que el tejedor se ha desgastado, al cual que muchos mantos que ha tejido. En el caso del alma, el alma gasta muchos cuerpos. No obstante, cuando muera el alma, puede que ese cuerpo sea su último tejido y muera con el cuerpo. Por ello aún debe existir el miedo a morir, ya que no se sabe si en la próxima separación, el alma perecerá.

Comentario de Sócrates sobre el escepticismo de Simmias y Cebes.
Sócrates menciona que no existe peor mal que el de odiar los razonamientos. La misología se origina del mismo modo que la misantropía. La misantropía se genera en la confianza en una persona a fondo, pero que al final esta resulta ser engañosa y malvada. Cuando esto ocurre muchas veces, genera odio hacia todos y piensa que nada de nadie es sano en absoluto. En el caso de la misología, esta ocurre cuando se confía en un argumento como verdadero, sin la técnica en los argumentos, también después opina que es falso, siéndolo algunas veces y no siéndolo en otras. Hecho que ocurre con los razonamientos de los sofistas que terminan siendo relativos. Ante estos argumentos que a veces parecen verdaderos y a veces parecen falsos, uno concluirá, en su resentimiento, por rechazar los razonamientos y se quedará privado de la verdad. Posteriormente, Sócrates afirma que no debemos considerar que no hay nada sano en los argumentos.

Contra argumentación de la concepción del alma como armonía.
Simmias afirma que fue persuadido por el argumento de la reminiscencia. Sin embargo, la armonía existe después de los elementos que la forman y el argumento de la reminiscencia afirma que el alma existe independientemente del cuerpo. Afirmar ambos razonamientos es una contradicción. Entre los dos argumentos, Simmias elige el de la reminiscencia, ya que el argumento de la armonía no tuvo demostración alguna y la reminiscencia fue una propuesta que es digna de ser aceptada. El alma se opone a los deseos del cuerpo y es la encargada de guiar a este. Sin embargo, si no podría ir en sentido contrario de las tensiones o a cualquier otra afección del cuerpo, no podría guiar al cuerpo y lo seguiría. Por consiguiente, el alma no puede ser considerada como una armonía.

Contra argumentación a la concepción del alma como un tejedor.  
Sócrates afirma que, cuando leyó un libro de Anaxágoras en la cual afirmaba que la mente lo ordenaba todo y era la causa de todo, le pareció bien la idea de que la mente era la causa de todo. Pensó que había encontrado un maestro que pueda aclararle sus dudas. Sin embargo, se defraudó de Anaxágoras. Este no recurría a la inteligencia ni le atribuía ninguna causalidad en la ordenación de la cosas, sino que aduce a otras causas. En el caso del cuerpo humano, afirmar que se hace lo que se hace a causa de este y no por la lección de lo mejor, a través de la inteligencia, es un ilógico. Llamar causas a las cosas de esa clase es demasiado absurdo. No se dan cuenta que el bien y lo debido es lo que cohesiona y mantiene todo.
Por otro lado, si hay algo bello, al margen de lo bello en sí, será porque participa de la belleza. Las ideas son algo y las otras cosas tienen sus calificativos por participar de ellas. Además, una cosa no puede ser dos cosas opuestas. No se puede ser alto y pequeño a la vez. La grandeza no se vuelve pequeña ni la pequeñez se vuelve grande. Uno ante su contrario se alejará y perecerá en el proceso. Es la única forma de que uno pase de ser grande a ser pequeño. Anteriormente se mencionó que las cosas nacen de sus contrarios. Pero ahora se dice que lo contrario no puede nacer de lo contrario en sí. Lo contrario jamás será contrario a sí mismo. La nieve nunca aceptará lo caliente. El acercarse el calor a esta, cederá su lugar ante él o perecerá. A pesar de que los contrarios no se aceptan entre sí, estos se albergan entre si y, cuando una sobreviene, su contrario se retira o perece.
En el caso del tres, es dominado por la idea del impar y le es contraria la idea del par. Por ello, jamás le llegará la idea del par. Por otro lado, el dos si acepta la idea de par. Pero el tres no es contrario al dos. Además, el tres no es contrario al par, pero tampoco lo acepta. Entonces, no solo los contrarios no aceptan, sino que los objetos no aceptan las idas opuestas a sus características. Por ello, si el cuerpo necesita del alma para estar vivo, la característica del alma es la vida. Entonces el alma no podrá admitir a lo contrario de su característica, la muerte. Por consiguiente, al sobrevenirle la muerte al ser humano, el cuerpo muere y el alma sobrevive.  

Mito escatológico.
Sócrates afirma que si la muerte es la disolución del alma, la muerte sería una suerte para los malos, ya que sería un escape de sus vicios y maldades. Pero si el alma es inmortal, no habrá algún escape de los vicios y no le quedará más que hacerse mejor y más sensata. Cuando uno muere, es sentenciado para marchar hacia el Hades. Ahí recibe lo que debe recibir y permanece el tiempo que debe. El camino para llegar no es sencillo ni único. Por ello, debe ser guiado. El alma sensata ordenada y sensata sigue y no ignora lo que tiene ante sí. En cambio, el alma que estuvo apasionada por el cuerpo ofrecerá resistencia y, cuando llega al destino, todo el mundo le da la espalda. Nadie quiere ser su guía y esta alma va errante en total indigencia y finalmente es arrastrada por necesidad hacia la morada que le corresponde. El que ha pasado una vida pura y moderada, tras encontrar a los dioses como guías y compañeros, se le habilita el lugar que merece.
Si se contempla esa tierra desde lo alto, está decorada con colores, mucho más brillantes y puros que los de aquí. Una parte es purpurea          y de una belleza admirable, otra es de aspecto dorado, y otra toda blanca. Además, las plantas crecen proporcionadamente. Las rocas son más bellas que las de aquí por su lisura, transparencia y colores. La tierra autentica está embellecida y no es comparable con la belleza presente en la tierra donde vivimos. Los habitantes de esa tierra desconocen las enfermedades y viven mucho más tiempo que la gente de acá y, en cuestión de habilidades, nos aventajan. Una vez que los difuntos hayan sido conducidos hacia su destino, son juzgados. Quien ha vivido moderadamente, es enviado hacia Aqueronte, es absuelto de sus delitos, si ha cometido alguno, y es recibido con honores por sus buenas acciones. Pero quien no vivió de una manera moderada, es arrojado al Tártaro, de donde nunca saldrá. Los que fueron estimados por su santo vivir ascenderán a la superficie de la tierra, lugar que será su morada. Los que sean purificados por la filosofía viven sin cuerpos y van a moradas más bellas.

Últimos gestos de Sócrates.
Critón le dice a Sócrates que aún no se apresure a tomar el veneno, que incluso algunos beben más tarde después de que se dio la orden. Sin embargo, Sócrates responde que es lo mismo beber el veneno ahora o más tarde. Considera que es ridículo que se apegue a vivir y escatime cuando ya no queda nada. Al oír esto Critón, llamo al muchacho y este le dio el veneno que había molido en una copa. Una vez que Sócrates había tomado el veneno, los presentes rompieron en llanto. Posteriormente, de una forma serena, Sócrates paseó y, cuando sintió las piernas pesadas, se tendió boca arriba. Mientras iba quedando frío y rígido, Sócrates habló: Critón le debemos un gallo a Asclepio. Así que págaselo y no lo descuides. Estas fueron las últimas palabras de Sócrates. (Frase que es analizada en este artículo) 


       

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