Platón: Resumen del Fedón
Estructura de diálogo.
- Encuentro de Fedón y Equécrates
- Sócrates anuncia
la confianza en la inmortalidad del alma
- Argumentos sobre inmortalidad del alma:
- Compensación de los procesos contrarios
- Argumento de la reminiscencia
- Afinidad del alma con las ideas
- Discusión
de los argumentos precedentes:
- Objeción de Simmias
- Objeción de Cebes
- Comentario
de Sócrates sobre el escepticismo de
Simmias y Cebes
- Contra argumentación a la concepción del alma como armonía
- Contra argumentación a la concepción del alma como un tejedor
- Mito
escatológico
- Últimos
gestos de Sócrates
Desarrollo.
Encuentro de Fedón y Equécrates.
Al inicio
del diálogo, Equécrates le pregunta a Fedón si este estuvo con Sócrates el día
que murió o si había escuchado algo al respecto. Fedón responde que si estuvo
ahí. Al escuchar esto, Equécrates se muestra interesado en los detalles de este
suceso. Por ello, le pide a Fedón que narre como había sucedido. Fedón le
menciona que Sócrates murió con nobleza y serenidad. Además, afirma que estaban
presentes Apodoro, Critobulo y su padre, Hermógenes, Epígenes, Esquines y
Antístenes. También, estaba Ctesipo y Menéxeo. Sin embargo, Platón no estuvo
presente, ya que estaba enfermo.
Sócrates anuncia la confianza en la
inmortalidad del alma.
Cebes le
pregunta a Sócrates si existía algún fundamento para afirmar que no es licito
matarse a sí mismo. Sócrates afirma que los dioses cuidan de los humanos y que
somos posesiones de los dioses. Por ello, no se debería dar muerte a sí mismo,
hasta que un dios no envié la ocasión forzosa.
Por otro
lado, Cebes menciona que le parece absurdo que Sócrates haya dicho que los
filósofos fácilmente querrían morir, ya que anteriormente Sócrates mencionó que
quitarse la vida irritaría a los dioses. Un individuo es necio si cree que
puede escapar de su amo y no reflexiona sobre lo que le conviene. Pero el que
tenga inteligencia deseará siempre estar junto a lo que es mejor que él mismo. Simmias
declara que al argumento de Cebes va directo del razonamiento de Sócrates,
porque fácilmente soporta dejar a sus amigos y a los dioses. Sócrates dice que
no se irrita de su muerte porque al morir irá junto con los dioses. Afirma que
hay algo bueno para los muertos. Posteriormente, Sócrates defenderá la idea de
que, una vez que muera, el hombre que ha dedicado su vida a la filosofía debe
estar esperanzado de que más allá va a obtener mayores bienes. Por otro lado,
la ocupación del filósofo no se centra en el cuerpo, sino que esta se centra en
el alma. El filósofo libera su alma de la vinculación con el cuerpo, ya que el
cuerpo es un impedimento para alcanzar la verdad. ¿Acaso la desvinculación del
alma con el cuerpo no es llamada muerte? Por lo tanto, los filósofos se
ejercitan en morir y no temen a estar muertos por amor al saber.
Argumento sobre la compensación de los
procesos contrarios.
Cuando algo
es grande, ha tenido que nacer de algo pequeño y luego ha tenido que hacerse
grande. Las cosas se originan de sus contrarios. Del dormir se origina el estar
despierto y de, estar despierto se genera el dormir. En el caso de la muerte,
la vida es su contrario. Por consiguiente, necesariamente lo que vive antes
estuvo muerto y lo que está muerto antes estuvo vivo. Es necesario que las
almas de los muertos existan en algún lugar, de donde luego nazcan de nuevo. Se
genera un movimiento circular. Si fuera uno rectilíneo, las cosas se
detendrían, se experimentarían los mismos estados constantemente y se dejarían de
generar las cosas. Si existiera el dormirse y no se compensaría con el
despertarse, todas las cosas tendrían el mismo padecimiento: quedarse dormidas.
Del mismo modo, si murieran todos los seres que participan de la vida y,
después de haber muerto permanecieran en esa forma de muertos, todo concluiría
por estar muerto y nada viviría.
Argumento de la reminiscencia.
Aprender
es recordar. Es necesario que hayamos aprendido en un tiempo anterior todo lo
que ahora recordamos y para que esto sea posible es necesario que el alma haya
existido antes de llegar al cuerpo. Uno al ver algo o al oírlo o al captar otra
sensación, no sólo se conoce aquello, sino que intuye otra cosa de la que no
informa el mismo conocimiento sino otro. Por ejemplo, cuando los amantes ven
una lira o cualquier objeto que acostumbra usar su amado, tienen esa
experiencia, recuerdan al amado. Si se ve la imagen de Simmias, es posible
acordarse del mismo Simmias. Sin embargo, el objeto que trae el recuerdo no es idéntico
al recuerdo. El objeto resulta inferior al recuerdo. Resultan ser iguales pero
no lo suficiente. Es necesario que hayamos tenido que ver algo para poder
recordarlo. Solo es posible pensarlo a partir de los sentidos. Si podemos
adquirir conocimiento, es necesario que antes de nacer lo hayamos aprendido.
Nuestros conocimientos sobre lo bello, lo bueno, lo justo y lo santo han debido
ser adquiridos antes de nacer. Pero al nacer perdemos esos conocimientos y,
para recordar esos conocimientos, es necesario utilizar los sentidos. Por ello,
para que el alma haya podido adquirir conocimiento, esta ha tenido que vivir
antes que el cuerpo.
Afinidad del alma con las ideas.
Las cosas
que son del mismo modo y se encuentran en iguales condiciones son las simples y
las que están en condiciones diversas son las compuestas. Lo igual en sí, lo
bello en sí, cada cosa que es en realidad y lo ente no admiten cambio o variación
alguna. La multitud de cosas bellas, como por ejemplo personas, caballos,
vestidos o cualquier otra cosa que es homónima a las anteriores, no se
mantienen idénticas ni son idénticas entre ellas. Estas cosas puedes captarlas
con los sentidos. Por otro lado, las que se mantienen idénticas no pueden ser
captadas a través de ningún sentido, sino a través del intelecto, ya que tales
entidades son invisibles. Lo invisible siempre se mantiene en la misma forma y
lo visible no lo hace. En este caso, el cuerpo sería lo visible y el alma lo
invisible. El cuerpo arrastra al alma a lo que no resulta idéntico y esta se extravía.
Sin embargo, el alma está orientada hacia lo puro, inmortal e idéntico. El alma
es más afín con las ideas y el cuerpo, a lo material. El alma es lo inmortal y
el cuerpo, lo mortal. Por ello, el alma debe mandar y guiar al cuerpo.
Finalmente, el alma es lo más semejante a lo divino, inmortal, inteligible,
uniforma, indisoluble y siempre esta idéntico consigo mismo. El cuerpo es
semejante a lo humano, mortal, multiforme, irracional, soluble, y nunca es idéntico
consigo mismo.
Objeción de Simmias.
Simmias afirma que los argumentos expuestos no le parecen suficientes para demostrar la inmortalidad del alma. Acerca de la armonía de la lira y sus cuerdas, se podría sostener que la armonía es invisible, incorpórea, bella y divina, mientras que la lira y sus cuerdas son compuestas, congénitas y mortales. En caso de que se rompa la lira o sus cueras, también, la armonía se destruiría. El alma es semejante a la armonía. Esta es tensada y mantenida en cohesión por lo caliente y frío, húmedo y seco y por otros factores de tal clase. El alma es una combinación y armonía de estos factores. Por consiguiente, aunque el alma sea divina, al igual que otras armonías, morirá cuando el cuerpo muera.
Simmias afirma que los argumentos expuestos no le parecen suficientes para demostrar la inmortalidad del alma. Acerca de la armonía de la lira y sus cuerdas, se podría sostener que la armonía es invisible, incorpórea, bella y divina, mientras que la lira y sus cuerdas son compuestas, congénitas y mortales. En caso de que se rompa la lira o sus cueras, también, la armonía se destruiría. El alma es semejante a la armonía. Esta es tensada y mantenida en cohesión por lo caliente y frío, húmedo y seco y por otros factores de tal clase. El alma es una combinación y armonía de estos factores. Por consiguiente, aunque el alma sea divina, al igual que otras armonías, morirá cuando el cuerpo muera.
Objeción de Cebes.
Cebes
afirma que no existen pruebas de que exista el alma después de la muerte del
cuerpo. Al igual que Simmias, Cebes recurre a una analogía para refutar a Sócrates.
Afirmar que el alma es inmortal, es lo mismo que afirmar que un viejo tejedor
no ha muerto, ya que el manto que había tejido no había perecido. Sin embargo,
es evidente que el tejedor se ha desgastado, al cual que muchos mantos que ha
tejido. En el caso del alma, el alma gasta muchos cuerpos. No obstante, cuando
muera el alma, puede que ese cuerpo sea su último tejido y muera con el cuerpo.
Por ello aún debe existir el miedo a morir, ya que no se sabe si en la próxima separación,
el alma perecerá.
Comentario de Sócrates sobre el escepticismo
de Simmias y Cebes.
Sócrates
menciona que no existe peor mal que el de odiar los razonamientos. La misología
se origina del mismo modo que la misantropía. La misantropía se genera en la
confianza en una persona a fondo, pero que al final esta resulta ser engañosa y
malvada. Cuando esto ocurre muchas veces, genera odio hacia todos y piensa que
nada de nadie es sano en absoluto. En el caso de la misología, esta ocurre
cuando se confía en un argumento como verdadero, sin la técnica en los argumentos,
también después opina que es falso, siéndolo algunas veces y no siéndolo en
otras. Hecho que ocurre con los razonamientos de los sofistas que terminan
siendo relativos. Ante estos argumentos que a veces parecen verdaderos y a
veces parecen falsos, uno concluirá, en su resentimiento, por rechazar los
razonamientos y se quedará privado de la verdad. Posteriormente, Sócrates
afirma que no debemos considerar que no hay nada sano en los argumentos.
Contra argumentación de la concepción del alma
como armonía.
Simmias
afirma que fue persuadido por el argumento de la reminiscencia. Sin embargo, la
armonía existe después de los elementos que la forman y el argumento de la
reminiscencia afirma que el alma existe independientemente del cuerpo. Afirmar
ambos razonamientos es una contradicción. Entre los dos argumentos, Simmias
elige el de la reminiscencia, ya que el argumento de la armonía no tuvo demostración
alguna y la reminiscencia fue una propuesta que es digna de ser aceptada. El
alma se opone a los deseos del cuerpo y es la encargada de guiar a este. Sin
embargo, si no podría ir en sentido contrario de las tensiones o a cualquier
otra afección del cuerpo, no podría guiar al cuerpo y lo seguiría. Por
consiguiente, el alma no puede ser considerada como una armonía.
Contra argumentación a la concepción del alma
como un tejedor.
Sócrates
afirma que, cuando leyó un libro de Anaxágoras en la cual afirmaba que la mente
lo ordenaba todo y era la causa de todo, le pareció bien la idea de que la
mente era la causa de todo. Pensó que había encontrado un maestro que pueda
aclararle sus dudas. Sin embargo, se defraudó de Anaxágoras. Este no recurría a
la inteligencia ni le atribuía ninguna causalidad en la ordenación de la cosas,
sino que aduce a otras causas. En el caso del cuerpo humano, afirmar que se
hace lo que se hace a causa de este y no por la lección de lo mejor, a través de
la inteligencia, es un ilógico. Llamar causas a las cosas de esa clase es
demasiado absurdo. No se dan cuenta que el bien y lo debido es lo que cohesiona
y mantiene todo.
Por otro
lado, si hay algo bello, al margen de lo bello en sí, será porque participa de
la belleza. Las ideas son algo y las otras cosas tienen sus calificativos por
participar de ellas. Además, una cosa no puede ser dos cosas opuestas. No se
puede ser alto y pequeño a la vez. La grandeza no se vuelve pequeña ni la
pequeñez se vuelve grande. Uno ante su contrario se alejará y perecerá en el
proceso. Es la única forma de que uno pase de ser grande a ser pequeño.
Anteriormente se mencionó que las cosas nacen de sus contrarios. Pero ahora se
dice que lo contrario no puede nacer de lo contrario en sí. Lo contrario jamás será
contrario a sí mismo. La nieve nunca aceptará lo caliente. El acercarse el
calor a esta, cederá su lugar ante él o perecerá. A pesar de que los contrarios
no se aceptan entre sí, estos se albergan entre si y, cuando una sobreviene, su
contrario se retira o perece.
En el caso
del tres, es dominado por la idea del impar y le es contraria la idea del par.
Por ello, jamás le llegará la idea del par. Por otro lado, el dos si acepta la
idea de par. Pero el tres no es contrario al dos. Además, el tres no es
contrario al par, pero tampoco lo acepta. Entonces, no solo los contrarios no
aceptan, sino que los objetos no aceptan las idas opuestas a sus características.
Por ello, si el cuerpo necesita del alma para estar vivo, la característica del
alma es la vida. Entonces el alma no podrá admitir a lo contrario de su característica,
la muerte. Por consiguiente, al sobrevenirle la muerte al ser humano, el cuerpo
muere y el alma sobrevive.
Mito escatológico.
Sócrates
afirma que si la muerte es la disolución del alma, la muerte sería una suerte
para los malos, ya que sería un escape de sus vicios y maldades. Pero si el
alma es inmortal, no habrá algún escape de los vicios y no le quedará más que
hacerse mejor y más sensata. Cuando uno muere, es sentenciado para marchar
hacia el Hades. Ahí recibe lo que debe recibir y permanece el tiempo que debe.
El camino para llegar no es sencillo ni único. Por ello, debe ser guiado. El
alma sensata ordenada y sensata sigue y no ignora lo que tiene ante sí. En
cambio, el alma que estuvo apasionada por el cuerpo ofrecerá resistencia y,
cuando llega al destino, todo el mundo le da la espalda. Nadie quiere ser su guía
y esta alma va errante en total indigencia y finalmente es arrastrada por
necesidad hacia la morada que le corresponde. El que ha pasado una vida pura y
moderada, tras encontrar a los dioses como guías y compañeros, se le habilita
el lugar que merece.
Si se
contempla esa tierra desde lo alto, está decorada con colores, mucho más
brillantes y puros que los de aquí. Una parte es purpurea y de una belleza admirable, otra es de
aspecto dorado, y otra toda blanca. Además, las plantas crecen
proporcionadamente. Las rocas son más bellas que las de aquí por su lisura,
transparencia y colores. La tierra autentica está embellecida y no es
comparable con la belleza presente en la tierra donde vivimos. Los habitantes
de esa tierra desconocen las enfermedades y viven mucho más tiempo que la gente
de acá y, en cuestión de habilidades, nos aventajan. Una vez que los difuntos
hayan sido conducidos hacia su destino, son juzgados. Quien ha vivido
moderadamente, es enviado hacia Aqueronte, es absuelto de sus delitos, si ha
cometido alguno, y es recibido con honores por sus buenas acciones. Pero quien
no vivió de una manera moderada, es arrojado al Tártaro, de donde nunca saldrá.
Los que fueron estimados por su santo vivir ascenderán a la superficie de la
tierra, lugar que será su morada. Los que sean purificados por la filosofía viven
sin cuerpos y van a moradas más bellas.
Últimos gestos de Sócrates.
Critón le dice a Sócrates que aún no se apresure a tomar el veneno, que incluso algunos beben más tarde después de que se dio la orden. Sin embargo, Sócrates responde que es lo mismo beber el veneno ahora o más tarde. Considera que es ridículo que se apegue a vivir y escatime cuando ya no queda nada. Al oír esto Critón, llamo al muchacho y este le dio el veneno que había molido en una copa. Una vez que Sócrates había tomado el veneno, los presentes rompieron en llanto. Posteriormente, de una forma serena, Sócrates paseó y, cuando sintió las piernas pesadas, se tendió boca arriba. Mientras iba quedando frío y rígido, Sócrates habló: Critón le debemos un gallo a Asclepio. Así que págaselo y no lo descuides. Estas fueron las últimas palabras de Sócrates. (Frase que es analizada en este artículo)
Critón le dice a Sócrates que aún no se apresure a tomar el veneno, que incluso algunos beben más tarde después de que se dio la orden. Sin embargo, Sócrates responde que es lo mismo beber el veneno ahora o más tarde. Considera que es ridículo que se apegue a vivir y escatime cuando ya no queda nada. Al oír esto Critón, llamo al muchacho y este le dio el veneno que había molido en una copa. Una vez que Sócrates había tomado el veneno, los presentes rompieron en llanto. Posteriormente, de una forma serena, Sócrates paseó y, cuando sintió las piernas pesadas, se tendió boca arriba. Mientras iba quedando frío y rígido, Sócrates habló: Critón le debemos un gallo a Asclepio. Así que págaselo y no lo descuides. Estas fueron las últimas palabras de Sócrates. (Frase que es analizada en este artículo)
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