Sócrates: ¿Por qué su última voluntad fue ofrecer un sacrificio a Asclepio?


En el Fedón, mientras pasaba sus últimos momentos de vida, Sócrates estuvo acompañado de sus discípulos y amigos teniendo su última tertulia filosófica. Sócrates había pasado las horas en la celda tratando de convencer a sus discípulos de que el alma sobrevive a la muerte y, por ello, no había razón para entristecerse por su muerte ni razón para odiarlo por esperar la muerte de una forma tan serena. Tras terminar de argumentar su posición, Sócrates decide tomar un baño para luego tomar el veneno. Mientras los demás esperan, se repetían la desgracia que les esperaba, la desgracia de perder a un padre y a un maestro. Posteriormente, a pesar de que Critón trataba de convencer a Sócrates de que aún no tome la cicuta, Sócrates decide tomar la cicuta en ese momento, ya que consideraba que daba lo mismo tomar el veneno ahora o después. Después de beber la cicuta y dar una caminata por la sala, se acostó boca arriba y, antes de morir, pronunció las siguientes palabras:

“Critón, le debemos un gallo a Asclepio. Así que págaselo y no lo descuides” (Fedón, 118b)

Sin embargo, ¿Por qué Sócrates pronunció estas palabras antes de morir?

Para poder entender el porqué de esta frase, se debe tener en cuenta quien era Asclepio. Asclepio era el dios de la medicina en la antigua Grecia. Era hijo de Apolo y Coronis. Coronis, después quedar embarazada de Apolo, contrajo matrimonio con Ischis. Tras enterarse de la infidelidad, Apolo asesinó a Ischis y Artemisa, a Coronis. Antes de morir Coronis, Apolo le extirpa de su vientre a Asclepio y lo entregó al centauro Quirón. Quirón sería el encargado de educar al niño en las artes curativas, especialmente en lo relativo a plantas medicinales. Por ello, cuando alguien era curado de alguna enfermedad, se le ofrecía un sacrificio a Asclepio en agradecimiento por haberle liberado del mal que aquejaba a la persona. En el caso de Sócrates, ¿De qué estaba agradecido? ¿Consideraba la vida como una enfermedad?

A lo largo de la obra filosófica de Platón, se deja en evidencia el deseo del filósofo por alcanzar el mundo de las ideas, el mundo verdadero. La llegada a ese mundo inteligible se debe dar a través de la purificación del alma, purificación que se debe dar a través de la filosofía. El cuerpo imposibilita al alma llegar a la verdad. En el mito del carro alado que fue expuesto en el Fedro, Platón afirma que el cuerpo es una prisión en la cual el alma ha caído. En el intento de alcanzar el mundo de las ideas, algunas almas han perdido las almas y estuvieron cayendo a la deriva hasta que se aferraron a un cuerpo. Atrás esta caída, el filósofo, que ha recordado la belleza y conceptos que vio en el mundo de las ideas, desea regresar a apreciar la belleza en sí y la verdad última de la realidad. Por otro lado, Platón constantemente realizará la contraposición entre alma y cuerpo. El cuerpo con sus deseos hunde más al alma en lo sensible y el alma desea regresar a lo inteligible. Por ello, el alma debería separarse del cuerpo para poder regresar al mundo de las ideas. Para poder cumplir su cometido, el alma debe ser purificada a través de la filosofía. Por este motivo, Platón considera que la filosofía es purificadora del cuerpo y un intento de separación del alma con el cuerpo, ya que la filosofía exige una vida ascética, sin deseo carnal alguno. Sin embargo, ¿Acaso la muerte no consiste en una separación del cuerpo con el alma? Por consiguiente, la filosofía es un ejercicio para muerte y el filósofo, ante la muerte, la afronta con jovialidad y sin miedo alguno, ya que le espera el descubrimiento de la verdad última. Ante tal destino ¿Acaso uno no ofrecería más de mil gallos a Asclepio por haberlo liberado de tan horrible prisión?  





Comentarios

Más artículos dionisiacos

Lógica de predicados: Pasos para formalizar razonamientos en el lenguaje de la lógica de predicados

Lógica de predicados: Ejercicios de fórmulas bien formadas