¿El hombre es libre?
El anhelo más grande del hombre a
lo largo de la historia ha sido alcanzar la libertad. El mismo himno nacional
del Perú dice que “somos libres y seamos siempre”. El 28 de julio es un día que
se ha celebrado de una manera fervorosa años pasados y hasta es un día feriado.
Pues, este día es la conmemoración de la declaratoria de independencia por
parte de don José de San Martín. La libertad se ha convertido en la bien más
preciado del ser humano. Sin embargo, ¿la libertad realmente se puede alcanzar?
En el presente texto, se
defenderá la posición de que el hombre es libre. A pesar de que el hombre es
alienado y muchas veces condicionado, este nace libre y por consiguiente puede
recuperar su libertad. Para llevar a cabo estos fines, se usarán dos argumentos
para defender la postura. El primer argumento se desarrollará desde el punto de
vista existencialista que postula que el hombre es arrojado al mundo y, por
consiguiente, luego consigue su esencia. El segundo argumento consistirá en la
capacidad del hombre de recuperar su libertad, a pesar de que el poder trate de
coaccionarlo constantemente a través de lo normal y anormal.
En primer lugar, al ser arrojado
al mundo, no existe condicionamiento, naturaleza humana ni esencia alguna que
condicione al hombre. El hombre viene de la nada. “La existencia precede a la
esencia” (Sartre 2009: 24). Al no existir una esencia que preceda al hombre,
este va a llegar al mundo sin una y, por ello, él es el encargado de construir
su esencia a través sus decisiones y experiencias. El hombre empieza por ser
nada y, posteriormente, será tal y como se haya hecho (Sartre 2009: 28). Sin
embargo, para poder entender la magnitud de la llegada del hombre a la tierra
sin una esencia, se utilizará el ejemplo usado por Sartre en su libro “El
existencialismo es un humanismo”. Un abrecartas es un objeto fabricado por
alguien que se ha basado un concepto para crearlo. En este caso, se ha tenido
que utilizar el concepto de abrecartas. Además, es concebido con el fin de
poder cumplir algún objetivo en particular. La esencia del abrecartas habría precedido
a su existencia (Sartre 2009: 24-25). Por consiguiente, para que la esencia
preceda a la existencia, el objeto ha debido de ser concebido con un objetivo y
a través del concepto de sí mismo.
Ahora, si se considera la existencia de Dios, necesariamente
el hombre no puede ser libre, ya que Dios representaría al artesano que habría
construido el abrecartas. “Dios produce al hombre siguiendo técnicas y una concepción,
exactamente como el artesano fabrica un abrecartas” (Sartre 2009: 26). Ante la
existencia de Dios, la libertad absoluta del hombre sería cancelada. El hombre
llegaría al mundo con una esencia y con un objetivo. Su existencia sería
predeterminada por un ser que lo excede y que es omnipotente. Sin embargo, la creencia
dogmática de la existencia de Dios es insostenible. “Todo nuestro conocimiento
comienza con la experiencia” (Kant 2009: 38). Al ser un ser transmundano, no es
posible tener alguna experiencia para poder formar algún conocimiento de él y,
por ello, de corroborar su existencia. Los conocimientos que escapan del mundo
de los sentido no pueden proporcionar rectificación alguna (Kant 2009: 43). Por
ello, la existencia de Dios quedaría en la decisión del individuo. En palabras
de Kierkegaard, creer en Dios es un “salto de fe”. Sin embargo, ante la
disyuntiva entre creer en Dios o no, el hombre ha de optar por no creer. Pues, el
hombre tiene que recuperar la libertad que se ha arrebatado a través de la
creencia de un creador ilegitimo. La libertad es lo que convierte el ser humano
en un ser digno. La libertad permite que el ser humano sea un proyecto. Esta es
la principal característica que diferencia el hombre de los demás entes que
habitan en la tierra. Al no existir la libertad, el ser humano estaría
condenado a ser cosificado.
En segundo lugar, el hombre puede
y debe liberarse de los poderes que se ejercen sobre él. En este caso, poderes
como son los de la biopolítica que coaccionan el individuo a través de lo
normal y lo anormal. A través de estas categorías, el poder configura la
“naturaleza” del ser humano. Sin embargo, ¿Qué es la biopolítica? “[La biopolítica]
se refiere a la política que se ocupa de la vida” (Lemke 2017: 17). Y por ello,
la función que asume la biopolítica es de poder gestionar la vida a través de
biopoder (Fernandez y Sierra 2012: 49). Para la biopolítica, el cuerpo se
convierte en un instrumento que es manejado por las instituciones y sus
prácticas para cumplir un fin (Fernández y Sierra 2012: 10). La biopolítica
logra manipular a los individuos a través de la normalización disciplinaria.
“La normalización disciplinaria consiste en plantear ante todo un modelo, un
modelo óptimo que se construye en función de determinado resultado, y la
operación de normalización disciplinaria pasa por intentar que la gente, los
gestos y los actos se ajusten al modelo” (Foucault 2006: 70-71). La
normalización disciplinaria se encarga de juzgar los individuos a partir de una
norma impuesta y, de acuerdo con esa norma, se considera si encaja dentro de lo
normal o no. “Normal es quien es capaz de conformarse a esta norma, anormal
quien no lo consigue” (Fernández y Sierra 2012: 57). Además, una característica
de la normalización disciplinaria es que logra que los individuos cumplan preceptos
que han sido impuestos por la sociedad a través del filtro de lo normal y
anormal sin necesidad de coacción alguna. Por ello, lo normal llega a ser considerado
como algo natural e incuestionable. “El control debe alojarse en la cabeza del
dominado y a considerar como natural lo que se le está imponiendo” (Fernández y
Sierra 2012: 33). Por otro lado, el criterio que utiliza la biopolítica para
regular los comportamientos de los individuos es la utilidad que puede generar
ese comportamiento para el sistema. “El biopoder asegura el sometimiento y el
incremento de la utilidad del cuerpo, y de la especie” (Fernández y Sierra
2012: 152).
Sin embargo, el hombre puede y
debe liberarse de las fuerzas que lo sujetan. Sartre, en el prefacio del libro
“Los condenados de las tierra”, va a afirmar que cuando los colonizado reciben
los fusiles, reciben su humanidad (Fanon 1965: 11). La libertad y, por
consiguiente, la lucha por recuperarla son los que vuelve humano al hombre. La
humanidad del hombre reside en su libertad. Ante todo poder que se ejerce,
siempre se va a generar una reacción en forma de resistencia. “No hay
relaciones de poder sin resistencias” (Foucault 1981: 88). El individuo debe
ofrecer resistencia ante las fuerzas de la normalización disciplinaria que lo
sujetan. El intento por disciplinar el cuerpo y regular los fenómenos de la
población ha generado un nuevo tipo de lucha política. Esta nueva lucha
política demanda una nueva categoría de derechos, entre ellos, el derecho al
cuerpo, sexualidad, satisfacción de necesidades (Lemke 2017: 59). La toma de
conciencia de la libertad erosiona las órdenes que recibe el sujeto. El hombre
debe de librarse de sus cadenas, cadenas que hacen de él una cosa y reducen su
humanidad a lo útil. La resistencia no es una fuerza que exista de por sí, ya
que el poder es anterior a esta. La resistencia necesita de un poder para oponerse.
(Foucault 1981: 167). El hombre que ha perdido de su libertad ha tenido que ser
libre antes.
En síntesis, el ser humano llega
al mundo sin esencia alguna. Por ello, el hombre tiene libertad absoluta. Este
debe rechazar la existencia de Dios. Pues, la creencia en su existencia aniquilaría
la posibilidad de nuestra libertad, condición que caracteriza su dignidad. Por
otro lado, a pesar de que el biopoder coacciona el hombre, este debe
representar una constante resistencia ante el poder que lo priva de su
libertad. El hombre debe ser un espíritu crítico. Constantemente deberá poner
bajo examen a los diferentes dogmas que le impone la sociedad y debe deconstruir
los conceptos que se le imponente como lo normal y lo anormal. El ser humano
debe ser un destructor de los preceptos impuestos que lo privan de su libertad
y ser un creador, creador de su propia esencia. El ser humano debe elegirse a sí
mismo. Para concluir el texto, se ha considerado necesario citar un fragmento
del libro “Así habló Zarathustra” de Friedrich Nietzsche. Sin embargo, este
fragmento ha sufrido modificaciones para satisfacer los intereses de texto. “Compañeros
busca el creador, que sepan afilar sus hoces. Aniquiladores se los llamarán, y
despreciadores de lo normal y lo anormal. Pero son los cosechadores y lo que
celebran fiestas”. El hombre ha de recuperar la jovialidad de crear su propia
esencia.
Bibliografía:
FANON, Frantz
1965 Los condenados de la tierra. Segunda
edición. México: Fondo de cultura económica.
FERNÁNDEZ AGIS, Domingo y Ángela
SIERRA GONZÁLEZ
2012
La biopolítica en el mundo actual.
Reflexiones sobre el efecto Foucault. Barcelona: Editorial Laertes.
FOUCAULT, Michel
2006 Seguridad, territorio y población. Buenos
Aires: Fondo De Cultura Económica.
FOUCAULT, Michel
1981 Un dialogo sobre el poder y otras
conversaciones. Madrid: Alianza Editorial.
KANT, Immanuel
2009 Critica de la razón pura. Mexico: Fondo de
cultura economica.
LEMKE, Thomas
2017 Introducción a la biopolítica. México: Fondo
de cultura económica.
SARTRE, Jean Paul
2009 El existencialismo es un humanismo. España: Edhasa.
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